Temblaron sus hombros
un segundo antes
de que a llorar
rompiera;
mi alma, contrita,
desvencijada,
se entregó al silencio.
Allí estaba ella,
rota en el dolor de la ruptura,
quebrada en su infinito,
incomprensible,
inexplicable,
incondicional…
amor.
Frente a ella, cobarde,
mis ojos en el suelo,
yacía mi cadáver…
de mis esperanzas el fin,
tras susurrarle
un ligerísimo “no puedo”.
¿Por qué quebré la ilusión
de mi querida Katerina?
¿Por qué a amarla entregado
no me atreví?
¿Por qué me dejé llevar
por el infinito miedo
en lugar de caso hacer
al impulso de abrazarla
y consolarla?
¿Por qué, una vez más, hui?
Allí se quedó, sola,
trémula, perpleja, rota…
Un llanto de piedra y odio
mientras mis pasos me alejaban…
y mi desesperanza sin ella
como siempre sola se quedaba.
@dondaniofficial
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