Un comienzo suave y ligero, como una pluma en el aire.
Pasa desapercibido el zumbido del viento
mientras las hojas del otoño ocre caen al suelo.
Paseo por las calles grises de la ciudad
pensando si esta piel que llevo me corresponde.
He cruzado el horizonte de mi niñez
sólo para descubrir que sigo mi camino
sola.
Y quizás por eso oigo el susurro de las nubes,
y veo el crujir de la madera bajo mis pies.
Puede que esta vez el cielo torne azul oscuro a tiempo,
que el ocaso de mis sueños no dure infinitamente.
Así, por lo menos, sabré renunciar
cuando aún hay esperanza de volver a empezar.
Así, espero, no tendré que volver a probar
el amargo sabor de la frustración.
Bajo este naranja infinito, sólo deseo
que quien mire desde el cielo
se apiade de esta pobre pecadora
que lleva en su alma el peso de la derrota.
Facebook: Elena Solé
Foto: Ídem
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