No cojas esa piedra,
por favor, no la toques,
no la muevas de su sitio.
Si la lanzas al río
así, sin sentido,
se hundirá bajo el lodo.
Cambiarás su destino.
Deja que se sienta viva
con el sol y con el frío.
Qué las malas hierbas
crezcan a su sombra.
Y que en su regazo áspero
se acaricien hasta saciarse
el musgo y el rocío.
Déjala que sea el refugio
de lombrices y de grillos.
Deja en paz a la piedra
no la quieras hundir contigo
en el fango del olvido.
Guillermo de Vicente
Pintura sobre papel de arroz
Original de Guillermo de Vicente
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